lunes, 6 de julio de 2009

El mundo de cabezas

El es el rey en un mundo de cabeza, sus dominios son inmensos y estériles, son tierras de incalculable paz y quietud, carentes de toda vida excepto la suya propia. Gracias a esa quietud se ha vuelto capaz de percibir todo y cuanto ocurre en el mundo de los otros, y es así como de manera adictiva constantemente está a la espera de ese sonido. Es apenas un clic, un sutil clic, pero al escucharlo una energía inmensa fluye en su interior, una fuerza que nace en sus entrañas. El Rey sabe que es imposible luchar en su contra, oponer resistencia, mas de una vez se ha propuesto ignorar ese acto reflejo pero no lo ha logrado. Ante lo inevitable no se lucha. Se activa, se excita y siente la necesidad de girar, de moverse, de danzar. Un hormigueo estalla en su interior, es la señal para que la fuerza que mana de su ser le proporcione placer, todas sus piezas comienzan a necesitarse, a comprenderse, cada tornillo, cada engranaje, cada arandela, cada cable se afianza en su puesto como marineros de un barco para empezar su involuntaria actuación. El rey es hermoso, su yo interior esta protegido por una reluciente armadura metálica, ensamblada minuciosamente con remaches alineados alrededor de un gran caparazón, labrados arabescos de metal soportan las paletas de una forma fuerte y a la vez graciosa. Un penacho iridiscente, su corona, apunta en todas direcciones, rematados cada uno por magníficos objetos de cristal que le hacen honor a su rango, muchísimas veces infelices criaturitas sucumben a tal fulgor y mueren deslumbrados ante tanta belleza. Pero indudablemente el mayor orgullo del rey son sus cinco álabes, cada uno posee la rigidez y fortaleza de un titán, torneados en fina madera, de forma idéntica se alinean a su alrededor como centinelas, perennes guardianes de ese alma frágil escondida entre metales, su pulida tez eventualmente se mancha por el polvo y la suciedad proveniente de las llanuras. Esos brazos han sido entrenados para la danza, en su accionar, llegado el momento lo hacen con una precisión moscovita, cinco bailarines en perfecta carrera en perfecto orden, incapaces de perder el ritmo, de trastabillar . Están destinados a perseguirse uno al otro durante horas, durante días, es la esencia de su vida , concientes de la imposibilidad de renunciar a su carrera. Esa danza atemporal, infinita y constante espera la inaudible señal que los dejará de nuevo en soledad, en tranquilidad, en su inerte futuro.

1 comentario:

  1. Este es mi favorito... excelente imagen... buena descriptiva del Señor de un mundo de cabezas... muchos esperan su clic para activarse... otros estamos a la espera del de desactivación... sigue escribiendo Tania

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